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SELECCIÓN DE MÚSICA COLOMBIANA HECHA POR LOS SONIDEROS

GABRIEL DUEÑES Y MAX CARVAJAL*

(Dar clic en la flecha para leer la introducción)


Por José Juan Olvera Gudiño

En la segunda mitad de 1996 estaba terminando mi tesis de maestría sobre la llamada música colombiana de Monterrey[1]. Buscaba construir anexos que permitieran al lector exhaustivo acercarse con más detalle a ciertos elementos de esa cultura musical. Así, agregué mapas de Colombia, de África, de las rutas que seguía la música para llegar a Monterrey; listas de conjuntos musicales colombianos y letras de la música[2]. También integré relaciones y fotografías de algunos de los principales sonideros, que son las personas que animan las reuniones sociales con sus equipos de sonido; una suerte de DJ de la época que, por su discografía y conocimiento de los artistas y las novedades, ponían alegría y diversión en los barrios populares y marginales a precios accesibles, con la más completa y actualizada producción musical colombiana y caribeña. La mayoría de ellos vivían en colonias de la Loma Larga de esta ciudad, donde se desarrolló más y de manera más organizada el gusto por la colombia de Monterrey.

A fines de los años 90, estos y otros sonideros ofrecían grabar en caset el conjunto de canciones que el cliente quisiera y pusiera en una lista. O también podían hacer selecciones del artista preferido del cliente. A veces, esas selecciones gustaban y quedaban como muestra para todo el que quisiera comprarlas, en los distintos mercados donde ofrecían estas mercancías, en particular, en el Mercado Puente del Papa[3]. Algunas de las melodías más solicitadas estaban grabadas en menores revoluciones que el disco original, lo que le daba un sonido característico, las llaman “canciones rebajadas”. Aún son muy populares.

Debido a ese gran conocimiento acumulado, hice un pedido a dos sonideros con una selección que fuera representativa de lo que se tocaba en La Loma Larga de Monterrey desde fines de los años 60 hasta fines de los años 90. Me refiero a Gabriel Dueñes y Max Carvajal, de los sonidos “Dueñes” y “Alegría Vallenata”, respectivamente. Dueñes me ofreció tres casetes y Max Carvajal, dos. En total es una selección de 107 canciones que hablan de la historia de este gusto, su evolución, principales intérpretes y géneros o tipos de música. Entre muchas otras cosas que la selección da para el análisis y el disfrute, esta selección nos permite adentrarnos en el multifacético y dinámico universo musical del Caribe, enclavado y resemantizado en barrios populares de esta ciudad norteña. También ayuda a comprender las razones por las cuales sus cultores decían no necesitar otras músicas, en particular la música pop latinoamericana de aquellas épocas.

Durante mucho tiempo tal selección quedó almacenada en las versiones impresas de mis trabajos, que luego se convirtieron en el libro Colombianos de Monterrey. Origen de un gusto musical y su papel en la construcción de una identidad social (CONARTE, 2005). Recientemente pensé que podría reactivarse su circulación y valoración si buscaba en Internet las canciones y las hipervinculaba a una versión digital actual, específicamente en la plataforma de YouTube. La lista tendría entonces nueva vida en el ciberespacio y podría revalorarse este esfuerzo de los sonideros y su papel en el desarrollo de esta cultura. En la época actual podría ser llamada Playlist, pero el nombre está cada vez más asociado a la época donde las computadoras y los algoritmos permiten la reproducción automática de la lista de canciones, de modo secuencial o aleatorio, mientras que ésta es solamente eso, una lista.


El proceso de selección


Lo que el lector tiene en sus manos –en su pantalla, pues–, es una de las cosas mejor valoradas en la música, muchas veces mejor que la música misma: una selección musical, que no es otra cosa que un repertorio organizado por algún tipo de experto para un propósito específico. Él media entre el objeto musical (la canción) y el consumidor o cliente final. En aquel tiempo, las melodías tenían como soporte material a los discos de vinil y a los casetes. En vez de experimentar con todo lo que su bolsillo le permitiera, el cliente hace uso de esta opción para obtener las canciones más exitosas de un artista particular y, evitando comprar todos los discos del artista, compra sólo uno, la selección hecha por el sonidero. El sonidero es, pues, un mediador, y el mensaje de la música, así como su recepción, se acomoda un poco, se altera, como lo hace con otra serie de mediaciones, como las que ocurren entre el compositor y el arreglista, el músico y el estudio de grabación, el músico y su representante artístico o su casa editora. Lo mismo podemos decir de los contextos de consumo que, para el caso de esta música, son contextos mexicanos, que resemantizan o recodifican los mensajes recibidos.

Como expliqué arriba, la intervención de nuestros expertos está realizada con un propósito específico: “ofrecer un panorama de lo que se tocó en la Colonia Independencia [entre fines de los años 60 y fines de los 90]”. Son de Dueñes los casetes 1, 2 y 3 y de Carvajal los casetes 4 y 5. Ambos provenían de la falda del cerro de la Loma Larga y vendían su música en el mercado ya referido. Muchas piezas, si no es que la mayor parte de la selección musical de Max Carvajal está «rebajada”: gira en el tornamesa a menos revoluciones que las normales, generando un sonido más lento, pausado.

Así pues, durante tres meses, con ayuda de mi asistente, Xiomara Romero, me puse a buscar las posibles versiones digitales en YouTube, mientras encontraba también mis casetes donde estaban las canciones. Mi trabajo consistía, además, en verificar que los audios correspondieran a la versión en caset que poseo. Sólo pude hacer el ejercicio con los tres primeros, de Dueñes, que son los que encontré. Cuando no se encontraron las versiones del caset, se indica, de qué otro artista es. Y si no, que fueran las versiones más acercadas. Para el caso de ciertas canciones, el lector se sorprendería de la cantidad de versiones de artistas, dotación instrumental y hasta velocidad de reproducción o grabación, que fueron subidos a Internet. Sin definirlo claramente, parece ser que los casetes de Dueñes hablan de un periodo previo (1960, antes aún) a 1980, mientras que los de Carvajal llegan hasta los años 90.

Los sonidos subidos a la plataforma YouTube a veces se hacen acompañar de imágenes o videos. El trabajo también fue asegurarme de que ofrecieran información de interés para el lector y de que la muestra tuviera también cierta uniformidad. Así, de un mismo archivo de sonido con diferentes imágenes, elegí aquellas que ofrecían portadas de los discos grabados e impresos en Colombia o impresos en México, Venezuela u otros países.

No tengo completa certeza de que el cien por ciento de esas portadas son las que Dueñes tiene en su colección personal. Pero, como otro mediador más, creo que logro el propósito del ejercicio: que la gente tenga un panorama suficientemente claro de la cultura discográfica, los repertorios, artistas, empresas clave en la industria discográfica, y un largo etcétera, para no hablar del placer, la alegría, la construcción del género, y otras representaciones sociales, que acompañaban a estas sonoridades.

El otro criterio de selección es que las melodías tuvieran comentarios, que los usuarios suelen colocar bajo el registro de la canción, otro valiosísimo material para el estudio latinoamericano de los significados y representaciones asociados al impacto de ciertas músicas colombianas en Latinoamérica[4]. Se puede observar ahí, la valoración de sus artistas y del conjunto de sonidos de sus canciones; el impacto de sus empresas discográficas, de espectáculos y de representación musical; el modo como se vivió la vida, donde la música, como su banda sonora, registra y constituye parte de lo sensible, pero también parte de lo que le da sentido; en resumen, como dice Ana María Ochoa (2018), el modo como se ha ido construyendo una auralidad específica en públicos particulares de América Latina.

Para terminar, es claro que ésta no es la “la historia” de la música colombiana en Monterrey, es sólo una selección representativa de ella, con la respectiva carga de subjetividad de sus autores, los dos sonideros, además de la de mi propia selección de su selección. Finalmente, estaría pendiente por elaborarse otra lista que recupere lo ocurrido con este gusto musical en el último cuarto de siglo. Tarea pendiente para estos u otros sonideros y para las nuevas generaciones de interesados.

El movimiento de los sonideros ha resurgido y tiene, en las nuevas generaciones y la música electrónica, perspectivas y dispositivos con los cuales dialogar. Vale la pena, entonces, explorar las plataformas como YouTube o Facebook y encontrar sus nuevas maneras de continuar vigentes. Quizá estén interesados en solicitarles algún servicio. Como botón de muestra paso aquí algunos enlaces, la mayoría, gracias a Jorge Balleza (ver enlaces al final ).


Gabriel Dueñes

https://www.facebook.com/GabrielDuenezSonideroNacional


Sonido Murillo

https://www.facebook.com/henry.murillo.167


Sonido Brasilia original

https://www.facebook.com/profile.php?id=100035369062077


Video de la vieja escuela de sonideros

Grupo de la nueva generación de soniderxs https://www.facebook.com/groups/3451315148228482


Mty cumbia fest. Es también como plataforma de homenaje // y tocan sonideros tambien nuev@s

https://www.facebook.com/FestivaldeCumbiaMty/


Movimiento Sonidero de Monterrey

https://www.facebook.com/groups/213954869309428


Proyecto de los Hermanos Balleza en Instagram https://www.instagram.com/sabotaje.media/



* Este texto apareció el 16 de agosto en el Blog de Académic@s de Monterrey 43, con el título "Música colombiana de Monterrey. Historia de una lista con aspiraciones a Playlist".

** Foto de portada: Casetes grabados por Gabriel Dueñes con la selección hecha sobre pedido (Foto: José Juan Olvera).




REFERENCIAS


Olvera, José Juan (2005). Colombianos de Monterrey. Origen de un gusto musical y su papel en la construcción de una representación social. Monterrey, CONARTE.


Olvera, J.J., Torres, B. Cruz, G. Jaime, C. (1996) “La Colombia de Monterrey”. Guadalupe Cultural Arts Center.


Ochoa, Ana María (2014). Aurality: Listening and Knowledge in Nineteenth Century Colombia. Durham: Duke University Press.



NOTAS


[1] La música colombiana de Monterrey es un gusto que, en la escucha y en la interpretación, busca acercarse lo más posible al sonido de los músicos populares de la costa atlántica colombiana, cuyas producciones discográficas arribaron a México desde mediados del siglo pasado (Olvera, 2005). Tiene asociados, además, usos característicos del lenguaje, del cuerpo y diferentes formas de bailar, algunas propias y representativas de esta cultura musical.


[2] Una parte del trabajo de base para la tesis lo había realizado con Benito Torres Escalante, José Cruz y César Jaime en la etnografía llamada Los Colombia de Monterrey. Algunos apéndices ya estaban ahí y fueron incluidos, otros no.


[3] Mercado popular que se estableció en el Río Santa Catarina entre los años 80 del siglo pasado y la primera década de este siglo, donde se vendía, entre otras cosas, mercancías de Estados Unidos que entraban de contrabando, la mayoría de ellas eran de segunda mano.


[4] Es imposible seleccionar únicamente grabaciones que no tuvieran avisos comerciales, en particular cuando tienen decenas o centenares de miles de reproducciones.



Selección de Gabriel Dueñes

Selección de Gabriel Dueñes

Selección de Gabriel Dueñes

Selección de Gabriel Dueñes

Selección de Gabriel Dueñes

Selección de Gabriel Dueñes

Selección de Max Carvajal

Selección de Max Carvajal

Selección de Max Carvajal

Selección de Max Carvajal

Casetes grabados por Gabriel Dueñes con la selección hecha sobre pedido (Foto: José Juan Olvera)

Max Carvajal en su puesto del Mercado del Puente del Papa, con su sonido de Alegría Vallenata (Foto: José Juan Olvera)

Gabriel Dueñes (centro) con su reconocimiento de sonidero, en uno de los discos de oro elaborado para los sonideros de Monterrey. (Foto: Discos Fuentes)